Battro y Denham afirman que "la escuela concentraba no sólo el conocimiento sino también las "herramientas pedagógicas", es decir, la tecnología imprescindible para impartir la enseñanza: pupitres, libros, lápices, tinteros, tinta, cuadernos, pizarrones, tizas, mapas. En las casas estos instrumentos eran escasos o insuficientes." Con la revolución tecnológica que acompañó a buena parte del siglo pasado y con el abaratamiento en los precios de los productos, se hicieron cada vez más evidentes las diferencias en equipamientos entre la escuela y el hogar. En las casas hay más tecnología de punta que en la escuela, y esto ha acentuado el atraso de la institución escolar respecto de la incorporación de tecnología. Es por eso que las nuevas generaciones realizan otros aprendizajes fuera del aula, aprendizajes que tienen que ver con el uso de esos nuevos medios. Sin embargo, hay que decir que el tipo de uso que hacen las nuevas generaciones de esa tecnología que se le escapa a la escuela, es un tipo de uso más cercano al consumo que al aprovechamiento formativo o educativo. Prieto Castillo afirma que "la característica más difundida con respecto a la tecnología es la de un consumo de productos tecnológicos y no de una comprensión, apropiación y uso de sus posibilidades".
Es importante alertar acerca de cómo inciden estas tendencias sobre la escuela. Diego Levis estima que "el mundo de la enseñanza es en sí mismo un mercado tentador para las industrias de la información y la cultura". La industria de la información es uno de los sectores que más se ha desarrollado en los últimos años, con la ayuda de la revolución tecnológica de la que dábamos cuenta, y favorecida por la desregulación de los mercados. Ahora, si la escuela como institución no reflexiona sobre la incorporación de tecnología, prevalecerá la lógica tecnicista que busca el rédito económico más que el aprovechamiento educativo de los nuevos medios, y se impondrán las decisiones del mercado sobre las de las autoridades responsables de la formación de las nuevas generaciones.
Es importante alertar acerca de cómo inciden estas tendencias sobre la escuela. Diego Levis estima que "el mundo de la enseñanza es en sí mismo un mercado tentador para las industrias de la información y la cultura". La industria de la información es uno de los sectores que más se ha desarrollado en los últimos años, con la ayuda de la revolución tecnológica de la que dábamos cuenta, y favorecida por la desregulación de los mercados. Ahora, si la escuela como institución no reflexiona sobre la incorporación de tecnología, prevalecerá la lógica tecnicista que busca el rédito económico más que el aprovechamiento educativo de los nuevos medios, y se impondrán las decisiones del mercado sobre las de las autoridades responsables de la formación de las nuevas generaciones.
La incorporación de tecnología en la escuela por imposición no es la mejor manera de resolver el problema de la relación entre la escuela y los nuevos medios. En este sentido, Levis afirma que "es indispensable hacer de la técnica un instrumento para formar en el sentido amplio del término en el que sin olvidar el cómo se hace tenga prioridad el para qué se hace, dentro de un proyecto completo de educación." En definitiva, se trata de la idea de siempre: que la tecnología sea un medio, no un fin.